Pactar con Dios: Esto es lo que encontramos en Las Escrituras

Posiblemente hayas estado en uno de esos lugares donde el predicador habla de «pactar con Dios». Usan diferentes formas de hacer el llamado al altar para «pactar», algunos de ellos dicen que para pactar con Dios debes llevar una ofrenda y no cualquier ofrenda, sino que puedes llevar un carro, los papeles de tu casa, etc. Pero existe otro grupo que hace un llamado al altar a los demás para hacer ciertas promesas a Dios de «no lo volveré a hacer». ¿Débemos de acudir a estos llamados al altar?

Esto es tan típico como «la oración del pecador», te pone hacer algo que no sientes, una repetición completamente vana. Muchos hermanos acuden a este tipo de llamados por el hecho de que no están bien enseñados de como actúa un hijo de Dios. No hay un solo verso en la Biblia donde se le de esta autoridad al predicador de mandar a pactar con Dios. Lo que debemos hacer es enseñarl a los hombres a vivir en santidad. Los apóstoles hicieron esto, los profetas corrigieron al pueblo en determinados momentos, pero ellos nunca mandaron a pactar al pueblo ofreciendo sus bienes.

Tenemos  a Jesús, el cual está tan cerca de nosotros que si oramos a Él y le confiamos toda nuestra vida, entonces Él nos responde. En Mateo 7:8 tenemos la siguiente promesa: «Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá». Si pensamos que estamos mal delante de Dios y necesitamos arrepentirnos de un mal que hayamos cometido Juan nos dice: 1 Juan 2:2 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

Tenemos todo el derecho de acercarnos como hijos ante Dios y les aseguro que Él responderá a nuestras oraciones. Hebreos 10:22 declara: «acerquémonos con corazón sincero (verdadero), en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura».

Querido amigo, quiero que sepas que Jesús pagó un gran precio por cada uno de nosotros, y en el nombre de Jesús podemos acercarnos libremente a nuestro Padre. No necesitamos dar nuestros bienes para ir hacia Él, tampoco tenemos que esperar una oportunidad de «pactar» hecha por ciertos predicadores. Somos «hijos» y se nos ha dado todo el derecho de acercarnos sinceramente a Dios.

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